Decidí titular este texto intentando replicar el artículo del sociólogo Jürgen Habermas, donde hace un recuento de la formación social de los acontecimientos históricos que influyeron el siglo XIX. Hoy, este siglo se caracteriza porque efectivamente es breve por la aceleración de la tecnología y la incertidumbre del mercado laboral. Soy economista y por lo tanto, estamos en la obligación de destacar la interpretación de los sucesos, como dicen los premio nobel 2019 de esta ciencia, Banerjee y Duflo: “lo que pueden compartir los economistas no son sus conclusiones, sino el camino que les ha llevado hasta ellas: los hechos que conocen, la manera en que los ha interpretado, los pasos deductivos que han seguido, las fuentes restantes de su incertidumbre”; por lo tanto, trataré de hacer este ensayo, justamente en la interpretación de las dos vertientes que más están influenciando este siglo XXI: el trabajo y la educación.
Un reciente informe de ADP Research Institute, donde encuestó a 11 mil trabajadores a nivel mundial de 4 regiones, sobre la perspectiva que tienen los empleados en cuanto a la labor que realizan en la actualidad, si será la misma dentro de cinco años. Se pudo evidenciar que el 33% de los empleados de Asia Pacífico piensa que la forma como trabajan actualmente, cambiará dentro de un quinquenio. Este valor fue el más alto en comparación de América del Norte, Europa y América Latina, siendo este último, el valor optimista porque los trabajadores de esta parte del continente piensan que su labor no cambiará en razón del 75% de los entrevistados. ¿Qué se desprende de estas cifras? el mayor acercamiento y experiencia de los trabajadores con la tecnología, como es el caso de Asia, rompe el paradigma que los puestos laborales serán los mismos pasados unos años. En esta misma línea, pude evidenciar al realizar una pregunta rápida en una reciente presentación a cerca de 420 jóvenes, si consideran que el robot reemplazará al hombre y los resultados contrastaron que los millenials están convencidos de este cambio. Pero cómo hemos llegado a esta fase donde los griegos y romanos, trasladaban las labores a los siervos en los primeros siglos y ahora nos acercamos a un escenario parecido, donde la inteligencia artificial se hará cargo del trabajo generando la economía del ocio.
En esta perspectiva, es importante reconfigurar la interfaz entre educación y trabajo, mediante las alianzas de empresas con colegios, se requiere cambiar la lógica de enseñanza por una aplicación más colaborativa, tenemos que estar convencidos de que el alumno ya navegó previamente o cuenta con la información al ingresar al aula y por lo tanto el maestro debe propiciar el debate y reflexión. La educación memorista nos lleva a comportarnos de forma similar que una inteligencia artificial con la lógica programática para resolución de problemas, la formación continua (posiblemente online) debe ser permanente tanto para el alumno como para el docente, como dice Max Tegmark, la educación continua se debe constituir en un componente estándar de cualquier trabajo. La docencia, por tanto, debe conjugarse con la interdisciplinariedad entre colegas de diferentes especialidades para proponer una cátedra híbrida más atractiva. Es inevitable que en los próximos años seguiremos viendo nuevos aportes de la tecnología al trabajo, pero si no cambiamos el estigma de la educación, es muy probable que nuestra identidad humana sea superada por la humildad de la máquina.
Manuel Saavedra
Coordinador de Desarrollo de Docentes de la Dirección de Educación Continua
Pontificia Universidad Católica del Perú