Clases virtuales en contextos de emergencia: COVID-19

Clases virtuales en contextos de emergencia: COVID-19

La situación de pandemia mundial que estamos atravesando no da opción: hoy la educación pasa por el entorno virtual * Profesores de todos los niveles educativos están siendo desafiados a dar sus clases virtuales.

En la urgencia del contexto actual, es frecuente que, al proponerle a un docente o formador dar una clase en línea, inmediatamente piense en cómo trasladar o adaptar su clase presencial. Sin embargo, la virtualidad tiene características propias en cuanto a espacios, tiempos, recursos, comunicación e interacción, por lo tanto, requiere de estrategias de enseñanza diferenciadas.

La educación evoluciona a la par de la tecnología disponible y nos obliga a repensar los modos en que transmitimos y construimos el conocimiento. Muchas didácticas que pueden resultar exitosas en el campo de la formación presencial, no son necesariamente eficaces en las clases virtuales.

Al diseñar una clase en línea, es necesario tener en cuenta las características propias del medio y las posibilidades que brinda. Se trata de un espacio interactivo, hipermedia, dinámico, estimulante y sobre todo instantáneo, que ofrece múltiples recursos educativos digitales. Con estas consideraciones, se puede lograr una autentica experiencia de aprendizaje mediada por la tecnología.

A continuación, se brindan algunas recomendaciones que pueden facilitar la tarea docente:

Antes de la clase

Planificar: es algo tan obvio como necesario, sin embargo, no todos los docentes acostumbran a hacer una planificación. La Web -atravesada por infinitos hipervínculos- al utilizar sus recursos educativos digitales, puede resultar un medio muy frustrante para el estudiante si no se le presenta un plan que determine secuencias, actividades y tiempos en las clases virtuales.

Enviar agenda de clase: sabemos que la tecnología ha facilitado los procesos educativos en gran parte, pero también tiene sus limitaciones. Una conexión inestable puede provocar que un estudiante pierda partes de la clase. Por lo tanto, compartir una agenda de temas y actividades permitirá que, en caso de interferencias, el alumno sepa exactamente qué tema se está discutiendo o en qué actividad se está enfocando la clase.

Tener un plan B: podría pasar que el día de la clase algún miembro del curso sufriera algún inconveniente y no pudiera conectarse. El plan B es el diseño de una clase asincrónica. Es decir, un paso a paso de material y actividades integradas que se puedan trabajar fuera de línea.

Material de apoyo: para que las clases virtuales resulten más interactivas y los participantes puedan tener un rol activo, es necesario enviar de manera anticipada el material de estudio en el que se apoyará la clase.

Motivar el interés: se pueden utilizar algunas estrategias que despierten la curiosidad y el interés. Por ejemplo, plantear interrogantes que se responderán durante la clase, hacer un juego en línea y prometer revelar los resultados en el encuentro sincrónico, pedirles que busquen y lleven ciertos recursos sin decirles el objetivo de los mismos, presentar algún enigma a resolver.

Hacer una prueba o enviar un instructivo: para evitar la ansiedad y el estrés que suele generar el uso de un aula virtual o sala de conferencia por primera vez, se sugiere hacer “una clase de prueba” o enviar un instructivo detallado sobre cómo acceder y usar los recursos educativos digitales. 

Durante la clase

Abrir la sala con tiempo:  la mayoría de las aplicaciones que sirven para dar clases o conferencias en línea permiten ingresar hasta quince minutos antes para chequear que esté todo funcionando correctamente

Tolerancia para iniciar: es fundamental disponer de unos minutos para esperar a quienes se demoren, sobre todo, teniendo en cuenta que la falta de conocimientos técnicos sobre el uso de la plataforma puede ser un gran obstáculo para la puntualidad.

Generar sentido de pertenencia: saludar a los estudiantes y pedirles que se muestren en cámara o saluden por micrófono, permitirles que se encuentren entre ellos o que se conozcan -si es la primera vez en el curso-. Esto genera que el clima de la clase resulte más ameno, distendido, y se superen las barreras espacio-temporales.

Ponerle ritmo: se estima que el tiempo promedio de atención activa en una clase virtual es de 20 minutos porque el alumno está mucho más expuesto a estímulos que fácilmente pueden distraerlo. Más aun considerando que, en la situación de contingencia en la que estamos, muchos hogares no cuentan con un espacio de estudio determinado. Para promover la concentración, se sugiere dar ritmo a la clase intercalando momentos de explicación con espacios de preguntas/encuestas. Por ejemplo, se les puede preguntar si vienen bien con la clase y pedirles que dejen un comentario en el chat, o que rápidamente respondan una encuesta con opciones del tipo “no me queda claro” o “todo comprendido”. También se pueden hacer encuestas sobre el contenido desarrollado, generando opción de debates “a favor o en contra” de algún tema, “de acuerdo o en desacuerdo”. Estas acciones generan participación activa de los estudiantes facilitando el enfoque en las clases virtuales.

Uso de recursos:  muchos recursos que se usan en una clase presencial, por más que sean tecnologías, no tienen el mismo efecto en lo virtual. Por ejemplo, si se va a reproducir un video en la clase en línea, que sea de alto impacto y poco tiempo (no más de 5 minutos). No tiene sentido mostrar un video extenso ocupando tiempo activo de la clase, si los estudiantes pueden verlo previamente. El encuentro sincrónico debe ser potenciado por el uso de herramientas interactivas que promuevan actividades colaborativas y no tanto de exposición. Ejemplo de éstas son los documentos de escritura simultánea, los juegos o simuladores.

Presentación visual: considerando las interferencias de conexión, los problemas técnicos o las posibles distracciones que venimos comentando, es conveniente acompañar el desarrollo del tema con una presentación visual que permita al estudiante comprender una idea global del tema a partir de una imagen, un cuadro conceptual, etc.

Después de la clase

Medir el impacto: una buena forma de conocer el resultado de cualquier clase es a través de la opinión de los participantes. Por ello, si se quiere seguir aprendiendo y mejorando la experiencia de aprendizaje virtual, una breve encuesta sirve para valorar las diferentes estrategias implementadas. Las recomendaciones aquí señaladas pueden servir de orientación para determinar los indicadores, podrían ser: uso del tiempo/espacio, socialización y participación, ritmo de la clase, recursos utilizados, presentación y contenido, etc.

Planificar y desarrollar una clase sincrónica mediada por los recursos educativos digitales puede resultar una experiencia enriquecedora, si se tienen en cuenta las características propias del entorno digital y no se pretende “trasponer” una clase presencial. Es necesario cambiar la perspectiva. Incluso, los mismos estudiantes no se comportan igual en un espacio u en otro, no aplican las mismas técnicas de estudio ni desarrollan las mismas competencias. Por eso, los profesores deben ensayar nuevas formas de enseñar a través de soportes en línea. Ahora más que nunca, y con el agregado que esas clases transcurren en un momento de incertidumbre y crisis mundial, en el cual la educación está siendo defendida como un derecho básico, pero también como una necesidad.

 

Déjame en un comentario una pequeña experiencia en caso de que hayas puesto en práctica algunos de estos consejos y cómo resulto, estaré complacida de responder en caso de que generes alguna duda.

 

 

Rocío González
Magister en Educación y Tecnologías
Coordinadora Académico de Posgrado y Profesora de Posgrado
Universidad Siglo 21

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Mostrando 2 comentarios
  • Willian
    Responder

    Excelente información.

    • RECLA
      Responder

      ¡Gracias, Willian! Me alegra que encuentres la información excelente. Si tienes alguna pregunta o necesitas más detalles sobre algún tema en particular, no dudes en hacerlo. Estoy aquí para ayudar.

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